Gust Selinke y Eduard Sponnagel, fundaron en 1875 un pequeño taller artesanal de pianos, activo hasta 1894: Selinke & Sponnagel.

Fue durante esta época que se fabricó el piano de mi familia, que después viajaría por más de cien años, recolectando tiempo, historias, polvo y células muertas, hasta llegar a la casa de mi infancia, dónde mis hermanas y yo aprenderíamos a tocarlo.

A principios del 2018, el piano se tocaría por última vez para después ser restaurado por completo.

De entre el polvo y los fragmentos regados en el piso del taller de restauración, se rescataron setenta y dos.

Con las siluetas de estos fragmentos rescatados, se empieza a trazar una nueva historia. Un ensamble de objetos perdidos, exploraciones en metal que agrandan las formas originales de dichos fragmentos, para llevarlos a una nueva conversación: grandes esculturas metálicas que honran la vieja piel del piano, y a todos aquellos que alguna vez lo tocaron.